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La mitad de
la superficie del territorio nacional es árida y al mismo tiempo productiva,
ahí se desarrollan actividades como la agricultura, ganadería y acuacultura.
Las condiciones naturales de aridez
demandan mantener las bondades del territorio y aprovecharlas aún más, ya que
los célebres páramos han dado riqueza al país: minería, agricultura, ganadería,
industria. Asimismo, alimentos, fibras, energía, tienen sus orígenes en las
zonas áridas y de nosotros depende mantener la prosperidad y desarrollo del
norte del país.
En buena medida, la alimentación
nacional depende de las entidades del centro y norte, puntos que hacen que el
enorme potencial agroalimentario de las zonas secas sea innegable. Es por
lo anterior que se explotan nuevos caminos con el fin de redescubrir las
bondades territoriales y mantener su productividad.
Los programas y proyectos en apoyo a
la población que se sostiene de los suelos áridos tienen en común mejorar las
condiciones de vida y de trabajo al tiempo que se privilegia la conservación
del hábitat.
México ha dado pasos firmes en pos de
esta meta y a través de la Comisión Nacional de las Zonas Áridas (CONAZA),
organismo descentralizado de la SAGARPA, se promueve el desarrollo de las zonas
en condición de aridez por medio de apoyo financiero y técnico, así como la
inclusión de otras estrategias para que las comunidades aprovechen y exploten
de manera sustentables sus recursos.
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