En agricultura, la temporalidad se refiere al periodo asociado a
determinadas actividades de producción y que se repite de manera cíclica todos
los años.
La producción agrícola mexicana se divide en
dos temporadas: primavera-verano y otoño-invierno. La primera va del 1 de marzo
al 30 de septiembre, y la segunda del 1 de octubre al 28 de febrero. En estos
ciclos los productos agrícolas crecen y maduran bajo las condiciones propias de
la época del año en la que se establezcan.
Cabe destacar que el año se divide en cuatro
ciclos agrícolas cuyas características climáticas contribuyen al crecimiento y
desarrollo de los diferentes cultivos, estos son los anteriormente citados, así
como los perennes y segundos cultivos.
Gracias a la enorme diversidad de climas y
territorios de México, en el país existe una extensa disponibilidad de
alimentos que se cosechan durante todo el año, y de acuerdo a la temporada
aumenta la disponibilidad de ciertas frutas y verduras, así como su calidad.
La temporada de otoño en México es propia de
la mandarina, mango, chayote, chile, entre otras frutas y verduras. De los
productos antes mencionados, la producción anual del primero supera las 291 mil
toneladas, la del segundo las 438 mil toneladas, la del tercero las 163 mil
toneladas, y la del cuarto las 2 mil toneladas.
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